Normalmente, cuando nos comunicamos, empleamos el tiempo de la siguiente manera:
Escribir 10% – Leer 15% – Hablar 30% – Escuchar 45%
Así que parece ser que escuchar es lo qué más hacemos, pero eso no significa que lo hagamos correctamente. Seguramente pensaréis: si yo escucho muy bien, se me da muy bien… y sí, ciertamente escuchamos, oímos, como también respiramos, pero eso no quiere decir que lo hagamos bien, o que no lo pudiéramos hacer mucho mejor. Para hacerlo bien, tiene que haber una intención consciente, un esfuerzo como primer paso y después, como en todo, experimentarlo y repetirlo y repetirlo hasta que se cree un nuevo hábito.
A diferencia de la escucha pasiva, en la que simplemente escuchamos, oímos y recibimos información, pero sin poner toda la atención y con todos los sentidos (con lo cuál nos quedamos en la superficie del mensaje, o solamente con partes de él), en la escucha activa profundizamos y llegamos a la esencia del mensaje, captando lo que se dice, tanto como lo que no se dice, comprendiendo y conectando con la emoción, esa que nunca miente y que en la mayoría de los mensajes es lo realmente importante, por encima de las palabras.
Con la escucha activa podemos conectar, profundizar y obtener la totalidad del mensaje, además de poder interpretar otros códigos como el lenguaje corporal, el tono de voz, silencios, intensidad, etc., de modo que nos metamos en la piel de la persona que nos habla, escuchando el significado que hay detrás de la historia que nos cuenta. Recordad que el lenguaje corporal nos aporta la mayor parte de la información, llegando a suponer más del 90%, según muchos estudios.
Podemos entrenarnos en este tipo de escucha, y en este apartado os voy a compartir recursos y elementos a trabajar, así como ejercicios para que podáis mejorar y sacar todo el potencial de esta fantástica herramienta.
También debemos entrenar y tener la capacidad de tomar distancia afectiva y cognitiva para no vernos arrastrados en ciertos estados de ánimo, que podrían hacer que perdiéramos nuestra capacidad de ayuda y neutralidad. Por ejemplo: si rompe a llorar, no sentirnos mal y hacer lo mismo, simplemente guardar y respetar su espacio y estado y hacer notar que estás allí para respaldar, pero guardando tu equilibrio emocional, que es como verdaderamente puedes apoyar y ayudar. Recuerda que nuestra labor principal es hacer que la persona se sienta escuchada y comprendida, y que no debemos entrar a intentar solucionar o dar nuestras opiniones.
Puedes ejercitar tu empatía con preguntas muy personales y abiertas con personas cercanas, mostrando siempre mucho interés y cercanía, por ejemplo: ¿cómo vas con tu nueva pareja? ¿qué tal vas con el proyecto que me comentaste? Prueba también a ejercitarla en un lugar público, por ejemplo en un bar, escoge una persona al azar e intenta averiguar qué le pasa, qué le hace comportarse de esa manera, observa sus actos y manera de hacerlos, examinando con todos tus sentidos su comunicación no verbal.
También puedes continuar con preguntas que llevan a la acción o aplicación, como por ejemplo: ¿cuál es el plan de acción? ¿Qué necesitas para hacerlo? Hay mucha diversidad y propósitos en las preguntas, aquí te dejo una amplia variedad de ejemplos que sin duda te servirá de guía en muchos contextos. 150 preguntas poderosas.
Acabar las frases de la otra persona. Esta persona tiene sus mapas mentales y experiencias que seguramente sean diferentes a las tuyas, no des por sentado lo que piensas que va a decir.
Tener una actitud compasiva o condescendiente. Nuestra función no es dar una Palmadita en la espalda o intentar hacerles sentir bien, con frases como: pobrecita, te debes de sentir fatal, bueno no pasa nada, ya pasará…
No interrumpas, deja que la persona ventile, que cuente su historia, si interrumpes puede dar la sensación que es una discusión y que quieres imponer tu criterio, o que tu opinión es más importante. Si tienes que hacerlo que sea porque hay algo que no has entendido y para que te lo clarifique, o bien para volver a dirigir la atención al tema principal si se está desviando.
Rechazar o no validar lo que la persona nos está contando.
Contar tu propia historia en lugar de escuchar atentamente la suya.
Descalificar y rechazar las emociones de nuestro interlocutor.
Desconectar y divagar, mientras te están contando algo, (tienes que tener un control y una gestión constante en este tema, pues la mente pierde la atención en pocos minutos).
CUÉNTAME TU HISTORIA
El ejercicio consiste en sentarse por parejas y contarse una historia de manera resumida, haciendo mucho hincapié en los acontecimientos importantes y significativos.
Después, cada miembro de la pareja presentará a su compañero y contará su historia, reflejando además los sentimientos y emociones que le haya expresado en el relato.
Una vez hayan terminado todos de contar sus historias, se generará un debate y una ronda de preguntas:
Con esta dinámica se pretende entrenar la atención, poner el foco en lo que se dice y en la emoción que acompaña al mensaje y tomar consciencia de que sentirse profundamente escuchado te libera y te conecta emocionalmente con tu interlocutor. También nos permite entrenar nuestra capacidad de empatizar con otras personas.
EL JUEGO DEL AUTOBÚS.
Este juego es un clásico y nos sirve para ejercitar la escucha activa y nuestra atención a lo que nos están contando.
Reúne a los asistentes y les pides que presten mucha atención a la historia que les vas a contar, porque al finalizar les harás una pregunta para ver si han estado atentos y con una escucha plena.
Esta es la historia:
Imagina que conduces un autobús de línea, en este caso el de la línea 44 , que lleva hasta el Hospital Fundación Jiménez Díaz. Al principio va vacío, pero luego suben 3 personas y otras 4 en la siguiente parada, pero se bajan 3 personas, y en la siguiente estación suben otras 5, pero se bajan 2, y en la siguiente suben 3 más, etc.
A estas alturas de la historia es muy probable que muchas personas estén sumando y restando personas para saber el número total de pasajeros, o quizás estén reteniendo el número del autobús, etc.
Finalizada la historia, se hace la pregunta: ¿Qué número de pie tiene el conductor del autobús?
Seguramente se genere un debate y muchas personas te digan que es imposible saberlo, así que vuelves a contar la historia otra vez, y las veces que haga falta.
Puede que tú ya tengas la respuesta, si no es así, te la dejaré al final de este texto.
El objetivo de esta dinámica es que entrenes tu atención, pongas foco en lo que se dice y salgas de patrones automáticos como imaginar lo que se va a preguntar, o estar calculando el número de personas sin prestar atención plenamente a la historia que nos están contando.
El CIEGO
En este caso dividimos a los asistentes en 2 equipos, y cada equipo elige a una persona que hará el rol de ciego, con los ojos vendados. La persona con los ojos vendados tendrá que atravesar el espacio donde se encuentre, de un extremo a otro, evitando todos los obstáculos que haya en su camino, mediante las indicaciones que le den las personas de su equipo.
Después, se repetirá la operación con el otro equipo y con la otra persona con los ojos vendados.
En esta dinámica no es importante saber el tiempo que se tarda en llegar de un punto a otro, lo interesante es comprobar cómo dan las indicaciones los compañeros de equipo a la persona en el rol de ciego, y cuáles son sus habilidades de comunicación afectiva, y cómo escucha esas indicaciones la persona que no ve.
Estoy seguro que a estas alturas ya sabes apreciar la gran diferencia entre la escucha normal (pasiva) y la escucha activa, así como sus beneficios, tanto para la persona escuchada como para la que escucha.
Como conclusión, te diría que practicando una buena escucha activa conocerás más y mejor a las personas que te rodean y por ende a ti mismo, pues empatizando profundamente reconocerás que todos estamos conectados y formamos parte de la misma energía y vibración y nos movemos por los mismos impulsos.
Y como siempre te digo, no dejes de practicar y practicar, esa es la mejor de las garantías para que experimentes e integres todo lo que vaya llegando a tu vida. Recuerda que lo que nos retrata son nuestras acciones.
Que tengas un feliz día
Pedro Serrano Coach
www.pedroserrano.coach