Todo, absolutamente todo esta conectado y a todos los niveles, pero tenemos y vivimos en la ilusión de la separación en muchos aspectos de la vida, nos sentimos separados y aparte del mundo, de la naturaleza, del planeta, de otras personas e incluso disociamos elementos o sistemas de nosotros mismos como si fueran independientes, y no tuvieran relación, cuando la realidad es que todos estamos conectados con todos y con todo, hay una conexión y relación con todo, donde siempre hay una causa y efecto, donde toda acción tiene su consecuencia.
En este sentido, y es un tema recurrente que habitualmente profundizamos en mis sesiones como coach personal, es importante recordar la gran conexión que existe entre la parte mental, emocional y corporal, ya que todo esto funciona como un solo ente.
Las emociones las experimentamos muy pronto en la vida y lo podemos ver en los bebés, donde el enfado, el miedo o la alegría se expresan al poco tiempo de nacer, son universales.
Miedo: Esta emoción nos hace reaccionar y escapar de un peligro inminente. También es un recurso como anticipación de una amenaza. Tendencia hacia la protección.
Nos puede llegar por diferentes vías:
Aprendizaje vicario: que nos demuestra que no solo aprendemos por experiencia propia, si no con la experiencia ajena, observando lo que les pasa a otros, o simplemente por la información que se recibe sobre un acontecimiento.
Condicionamiento clásico: Muy importante en el aprendizaje asociativo o en la formación de patologías como las fobias. En este caso un estímulo en principio neutro puede provocar una respuesta, por asociación y repetición, temas aprendidos, experimentados, que podemos asociar y tener una determinada reacción. Por ejemplo, cierto sonido que nos recuerda a un evento traumático y que nos hizo pasar miedo, en este caso al oír ese ruido nos puede conectar con la emoción del miedo. Esto nos demuestra que las emociones se pueden aprender mediante la asociación condicionada.
A través de la cultura: Es muy habitual tener miedos colectivos, instaurados a través de la cultura, en todos sus expresiones.
Uno de los efectos más habituales es el de paralizar y bloquear a la persona, no permitiéndola disfrutar del momento y menguando sus capacidades relacionales y profesionales.
El miedo proyectado al pasado suele generar depresión y a futuro ansiedad, este tipo de “miedo psicológico” que solo está en nuestra mente no siendo real, y que está muy extendido en la sociedad actual, tiene los mismos efectos que el miedo real a una circunstancia o situación.
Además tiene muchos trastornos psicológicos como: Trastornos de ansiedad, trastornos obsesivos compulsivos, ataques de pánico e incluso llegar a producir fobias.
Asco o Aversión: Nos produce disgusto, rechazo, asco respecto a lo que tenemos delante, es una impresión muy desagradable provocada por algo que nos repugna.
En esta emoción hay dos factores o leyes que le suelen acompañar:
La ley de similitud: Los temas o las cosas que tienen similitud a lo que nos da asco, también se convierten en en cosas a las que también tendremos repulsión o repugnancia.
Por ejemplo si nos dan asco las cucarachas, es muy probable que insectos similares nos generen desagrado.
La ley de contagio: En este caso procuremos que ninguna cosa esté en contacto con algo que nos de asco, por ejemplo una fruta que esté podrida, evitaremos las que hayan estado al lado.
En muchas ocasiones el asco está muy relacionado con el miedo, y después de sentir asco, sentiremos miedo y nos hará tomar distancia de ese tema o cosa que nos da asco.
Físicamente náuseas, arcadas y malestar gastrointestinal. Tensión muscular, aumento de las palpitaciones y respiración.
Tener ansiedad y la necesidad de huir del lugar.
También puede llegar a producir fobias.
Sorpresa: Esta emoción no es ni negativa ni positiva, es neutra y puede transformarse en otra emoción rápidamente.
Nos ayuda desde el sobresalto, o asombro a orientarnos frente a una nueva circunstancia o entorno. Nos ayuda a centrarnos en estímulos novedosos.
En muchas ocasiones nos podemos quedar con la mente en blanco, quedando de esta manera interrumpidas las actividades o pensamientos en marcha, para focalizarnos en el evento que nos ha sorprendido logrando un aprendizaje rápido del entorno y provocando el interés en situaciones novedosas.
La sorpresa nos prepara para pasar rápidamente a otras emociones.
Ira: Nos incita a la destrucción, frecuentemente acompañada de enfado, furia, rabia.
Como todas las demás emociones es compleja y su componente subjetivo es muy importante, pues nuestra respuesta cognitiva depende mucho de cómo interpretamos las cosas, cuáles son nuestras creencias, pensamientos y nuestra energía vital en ese momento, con estos ingredientes interpretaremos una situación como una falta de respeto, una injusticia, un abuso o simplemente como un impedimento para conseguir nuestros propósitos, sintiendo ira.
También tendremos una respuesta corporal, en la cual nuestro cuerpo estará en modo ataque o defensa, con los músculos tensos, la respiración acelerada y nuestro flujo sanguíneo acelerado, poniendo a nuestro cuerpo en guardia. En este estado de excitación podemos tener conductas impulsivas y agresivas.
Y finalmente hay una gestión conductual, es decir la conducta que empleamos en esa circunstancia, y que en estos casos está predispuesta a defendernos de ese tema que se nos cruce en el camino, elevando los niveles de energía para acabar con este impedimento.
Desde ese estado y mal gestionada la ira nos puede traer muchos problemas a nosotros y a nuestro entorno personal, pues en esa circunstancia no somos capaces de pensar con claridad, ni tampoco calibrar las repercusiones que puedan haber.
Además está comprobado que si esta emoción está muy presente en nuestra vida, nos traerá problemas en la salud, como es favorecer el desarrollo de enfermedades cardiovasculare, ictus cerebrales, y también contribuye a la inflamación de nuestros órganos, siendo esto uno de los peores enemigos que puede tener nuestro cuerpo.
Esta emoción bien canalizada y gestionada adecuadamente nos servirá para darnos energía y fuerza para defender nuestros derechos y posiciones, o para acometer tareas que nos parezcan difíciles.
Hay que recordar que la ira es un estado emocional y no un rasgo de personalidad, con lo cual se entrenar.
Tristeza. Esta emoción nos estimula el proceso psicológico que nos ayuda a sobreponernos de pérdidas, fracasos, decepciones, etc.
También es un proceso de interiorización que nos permite calibrar y reorganizar nuestros pensamientos y actitudes para adaptarnos a la nueva realidad que tengamos que vivir después de pasar por los momentos que nos hayan producido esa emoción.
No debemos evitar u ocultar estar tristes, así como pasa con las demás emociones, recordemos que todas nos traen un mensaje y nos reflejan algo que tenemos y que debemos de gestionar.
El primer paso como en todo lo que hablamos siempre es la aceptación, y desde ese punto tomar acción para gestionar y trabajar en el tema que nos produjo estar tristes.
Expresarlo siempre nos ayudará, también compartirlo y sentirnos escuchados nos aliviará y mucho, sabiendo que todo lleva su tiempo, en donde básicamente hay un proceso de duelo que tiene tres etapas: 1 Aceptación, 2 Dejar ir o soltar, y 3 trabajar en nuevos objetivos.
Hazte consciente que es importante no caer en estados de ánimo prolongados en esta emoción, ya que nos debilitará energéticamente, así que tener una actitud pro-activa y resolutiva, o incrementar las actividades agradables nos será de gran ayuda para superar estos estados de ánimo.
Esta emoción nos facilita la introspección, fomenta el apoyo social y tiene una potente función protectora para nosotros mismos y de empatía de los demás hacia nuestra persona o situación.
Alegría: Es una emoción que se produce como respuesta a una situación o suceso que percibimos como positivo.
Es de todas las emociones básicas la que tiene además otras connotaciones positivas como la diversión, gratificación y sensación de bienestar que a su vez retroalimentan el bienestar emocional que nos hace estar más alegres.
Es por eso que la alegría es un reforzador de conductas, por cual cuando experimentamos la alegría tenemos una tendencia a repetir esta conducta, con lo cual esta emoción nos ayuda mucho en la consecución de nuestros objetivos, es una energía potenciadora.
Esta emoción además ayuda a disminuir el estrés, colabora a subir nuestra autoestima, mejora nuestro sistema inmune, (como otras emociones positivas de las que os hablaré más adelante en este artículo ) nos aporta mayor seguridad y fortaleza para afrontar los problemas y también facilita la calidad y mejora del sueño.
Físicamente nuestro cuerpo lo notará porque favorece y estimula la creación de endorfinas con lo cual aumenta nuestro estado de bienestar, también hay una descarga de noradrenalina, con lo cual suben nuestros niveles de energía y por si fuera poco también multiplica los niveles de dopamina y serotonina intensificando nuestra sensación de placer y alegría.
También afecta al sistema circulatorio que se dilata fluyendo mejor la sangre. Combate el estrés e influye favorablemente en nuestro sistema autónomo ( que es el responsable de todo lo que hace nuestro cuerpo de manera automática y sin que prestemos atención conscientemente, como la digestión, la respiración etc.)
Como verás son todo ventajas, y sí, también se puede entrenar, elegir tener la alegría de aliada y como una manera de ser es una actitud, que solo te traerá beneficios a ti y por ende a las personas que te rodean.
Las emociones aunque son universales, cada individuo las puede experimentar de diferentes maneras, dependiendo de sus experiencias pasadas, carácter, educación, creencias, situaciones y contextos socio – culturales.
Pero la función adaptativa de la emoción se nos puede volver en contra si se produce un desequilibrio en la intensidad y mantenimiento en el tiempo, cosa que podemos hacer cuando forzamos nuestra mente o nuestro cuerpo.
Recuerda que nuestra respuesta emocional se da de igual manera cuando sucede algo real, a cuando es solo un recuerdo o una proyección a futuro de un tema que pueda perturbarnos o bien alegrarnos.
Aunque si vemos la proporción entre emociones de alerta y protección y las de celebración y oportunidades podemos ver la tendencia de nuestra mente claramente hacia las más “negativas” pues como sabemos la prioridad de nuestra mente es la protegernos, la supervivencia, y estar siempre alerta.
Las emociones son efímeras y su duración es muy corta, apenas segundos o minutos, y como llegan se van, pero siempre nos traen un mensaje.
El tema es que en ocasiones mantenemos artificialmente esa mensaje, mediante los pensamientos recurrentes y obsesivos en muchos casos, o apoyados por las creencias que darán más fuelle a esa emoción, con lo cual su mensaje inicial se distorsiona, se agudiza y el cuerpo lo va somatizando poco a poco. Lo que empiezan siendo molestias, acaban en algo más fuerte y pueden llegar a producir síntomas graves en nuestro cuerpo e incluso enfermar.
Así pues las emociones tienen tres procesos o componentes: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica y una respuesta conductual, que es la expresión real de la emoción, traducida en nuestro lenguaje corporal.
Las emociones llegan, y mantenidas en el tiempo se convierten en sentimientos, y después y con la repetición en estados de ánimo que con el tiempo y reincidencia formarán el carácter de la persona.
Cierto es que las circunstancias externas nos influyen, pero lo determinante es nuestra interpretación y nuestras respuestas al respecto, nuestra actitud.
De nosotros depende y mucho saber y elegir dónde ponemos el foco, a que le damos importancia, pues donde ponemos nuestra atención va toda nuestra energía y eso es lo que crearemos.
Así que es nuestra responsabilidad ver, apreciar, sentir e interpretar esas señales que nos mandan nuestras emociones.
¿Podemos entrenar las emociones y la mente?
La respuesta es SÍ, claro que sí, y el primer paso es siempre el autoconocimiento, conocerse y conectarse con uno mismo, entender lo que siento y por que lo siento. Comprender que todo está conectado y relacionado, que nuestra mente siembra las semillas (en forma de pensamientos) que luego nacen en forma de emociones y que estas a su vez influyen de manera determinante en nuestro cuerpo, pero que también nuestro cuerpo influye en nuestra mente y en nuestras emociones, en definitiva todo es parte del todo, todo está conectado, se retroalimenta.
Podemos influir y modificar nuestras emociones desde el cuerpo y nuestra mente y viceversa.
El ejemplo más claro lo tenemos en el ejercicio, en el deporte, practicarlo nos facilita mediante la creación de químicos, que nuestras emociones y estados de ánimo puedan cambiar rápidamente, por eso moverse, hacer ejercicio es siempre recomendable para tener equilibrada nuestra mente y emociones.
Otra manera de entrenar nuestras emociones es mediante la Inteligencia Emocional, que es la habilidad de poder identificar, comprender y gestionar nuestras emociones y también las emociones de los demás.
También la podemos definir como el conjunto de habilidades y valores que nos ayudarán a expresar y entrenar nuestros sentimientos y emociones de manera que nos permitan interactuar con el mundo de manera pro-activa, receptiva y con empatía, permitiéndonos tener una perspectiva más positiva en cualquier plano de la vida.
Elegir conscientemente nuestro estado de ánimo sea cual sea el estímulo exterior es posible y es nuestra responsabilidad, y ese precisamente es el entrenamiento, el ejercicio que tenemos que hacer en el día a día.
Hazte consciente de que puedes elegir, y no entrar en modo automático y re-activo
( me pasa algo que interpreto como malo, y entro automaticamente en estados de ánimos que en nada me ayudan a mi, ni a mi entorno)
No podemos cambiar la realidad, pero si nuestra interpretación al respecto de lo que percibamos.
Este es nuestro gran poder y donde te invito a trabajar, donde además podrás elegir conscientemente como quieres sentirte.
Son innumerables los estudios que nos dicen que el optimismo, la positividad y la felicidad nos facilitan y mucho tener una vida más placentera, equilibrada y serena.
Podemos trabajar y tener el foco en estar conectados a estas energías y frecuencias, mediante los pensamientos que tengamos, la actitud, el lenguaje que empleemos, y también en cómo cuidemos a nuestro cuerpo.
En este punto, el ejercicio físico está más que comprobado que nos ayuda a equilibrar Neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina que automáticamente nos cambian el estado de ánimo, elevando la sensación de bienestar, y aliviándonos de emociones, y estados de ánimo más pesados como el estrés, ansiedad o depresión.
Hay emociones y actitudes que te invito a cultivar y trabajar en tu dia a dia, y que te puedo asegurar que si lo haces con constancia y creas este hábito, podrás comprobar sus maravillosos efectos en ti inmediatamente, y por supuesto y por resonancia en tu entorno más cercano.
La gratitud, agradecer a la vida por todo cuanto tenemos y que es mucho, pero que en la mayoría de las ocasiones damos por hecho y no apreciamos. Agradecer la salud lo primero, así como todas y cada una de las cosas que nos rodean, disfrutar y apreciar.
Haz el ejército cada mañana de agradecer por lo menos 3 cosas que tengas en tu vida.
Alegría, maravillosa emoción que nos alegra y ayuda a hacer las cosas más fácilmente y que además es muy contagiosa. Simplemente una sonrisa y la amabilidad facilitan nuestra vida y las de los demás.
Este estado nos revela que hemos alcanzado nuestro objetivo, celebra algo que hemos conseguido, o la satisfacción de una necesidad. Nos conecta con la generosidad y la confianza, a tener pensamientos más optimistas y a afrontar mejor cualquier situación.
Serenidad, esta sensación es muy reconfortante, ayuda al cuerpo en todas sus funciones, y nos hace sentir en paz y equilibro. Es estar a gusto y en coherencia con nosotros mismos.
Esto es también como en otros casos una cuestión de actitud, y la podemos elegir y practicar sea cual sea el estímulo exterior, prueba y comprueba ..
Te invito a hacer una lista de todas las cosas que te producen serenidad y ponerlas en práctica.
Apreciar, tener curiosidad, apertura de mente para nuevas ideas, conocer otros tipos de personas, culturas, lo nuevo, lo desconocido.
Ver con ojos de niño curiosos, apreciar y sin juicio es un ejercicio que te recomiendo encarecidamente.
Además este ejercicio te ayudará a confrontar muchas de las creencias que tienes, que te recuerdo además, que la mayoría de ellas ni siquiera son tuyas.
Esperanza, Es mantener una actitud positiva en la espera, mientras actúas en todo lo que está en tu mano, que es mucho más de lo que pensamos, y esto también forma nuevamente parte de la actitud, recuerda que la actitud depende 100 x 100 de nosotros y que nada ni nadie nos puede arrebatar ese gran poder de elección, ¿qué actitud quieres tener ante la vida?
Celebrar, y divertirse es una muy buena opción siempre, es también una manera de reconocer y recompensarnos por nuestros avances. Está demostrado que ayuda a la productividad y eficacia en nuestros proyectos. Dedícate un tiempo a celebrar siempre.
El amor, esta es la energía, frecuencia y vibración más potente del universo.
Además es la emoción, el sentimiento y el estado de ánimo cumbre que nos ayudará siempre y en todos las circunstancias.
Y como en todo, el amor empieza por nosotros mismos, el amor propio es la base de nuestra persona, un elemento fundamental para tener una autoestima sana y equilibrada.
El amor que entregas a otras personas, en tu manera de hacer, de sentir, de relacionarse en la vida, siempre te volverá en la misma frecuencia y cantidad.
Lo que das, te lo das.
Hazte consciente de que estás sembrando, porque será lo que recogerás.
Cuidar las emociones, los pensamientos y tu cuerpo es responsabilidad tuya y de nadie más. Y ya sabes que cuando tu estás bien, todo está bien. ????????
Recuerda la hora del TÉ
CuídaTE, QuiéreTE, RespétaTE, ConóceTE, DescúbreTE, PerdónaTE, ÁmaTE
Te deseo un muy feliz dia
Pedro Serrano
Coach Personal